Lunes 28 de julio

Ver y servir

Abogaste, Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida (v. 58).


La escritura de hoy: Lamentaciones 3:31-42, 58-59 Tim Gustafson  escribe:

«En la vida, a veces vemos cosas que no podemos no ver», dijo Alexander McLean a un entrevistador. A los 18 años, había ido a Uganda a ayudar en cárceles y hospicios. Fue allí que vio algo que no pudo no ver: un hombre desamparado tirado junto a un retrete. McLean lo cuidó durante cinco días, pero el hombre murió.

Esa experiencia encendió una pasión en él. Obtuvo su título de abogado y volvió a África para ayudar a los marginados. Más tarde, fundó Justice Defenders, una organización que aboga por los prisioneros.

Muchos viven en condiciones que no podemos «no ver». Pero no los vemos. Lamentándose por su tierra devastada, Jeremías clamó al sentirse no visto: «¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino? Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido» (Lamentaciones 1:12).

Le dolía el corazón no solo por él, sino también por todos los oprimidos. «Cuando se aplasta bajo el pie a todos los prisioneros de la tierra, […] se le niegan al pueblo sus derechos y no se hace justicia, ¿el Señor no se da cuenta?», preguntó retóricamente (3:34-36 nvi). Pero veía esperanza: «el Señor no desecha para siempre»; «abogaste, Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida» (vv. 31, 58).

Los «no vistos» nos rodean. Dios, quien nos redimió, nos llama y nos capacita para verlos y ayudarlos.

Reflexiona y ora

¿Quiénes son los «no vistos» que están cerca de ti? ¿Cómo los verás? ¿Qué harás?

Padre, dame ojos para ver a los necesitados.

Martes 29 de julio

Sustentados por Dios

… [El Señor] no dejará para siempre caído al justo (v. 22).


La escritura de hoy: Salmo 55:2-6, 16-23 Karen Huang  escribe:

Con mi familia, trajimos a mi papá a vivir a casa. Una enfermedad degenerativa requería que estuviera las 24 horas en cama y con una sonda nasogástrica, así que estábamos adaptándonos a las nuevas rutinas médicas. Yo también estaba planificando un procedimiento gástrico para mi mamá y lidiando con los exigentes clientes en mi trabajo. Abrumada, un día busqué privacidad en el baño y clamé a Dios: Ayúdame, Padre. Por favor, dame fuerzas para atravesar los días que vienen.

David también se sintió abrumado por problemas (Salmo 55:2-5). Atacado por su hijo Absalón, traicionado por su íntimo amigo y desesperado ante la violencia resultante en Jerusalén, dijo: «Temor y temblor vinieron sobre mí» (v. 5).

Pero David decidió confiar en Dios (v. 23). Creyó que Él «no dejará para siempre caído al justo» (v. 22). Años de confiar en el Todopoderoso le habían enseñado que, aunque los problemas nos desestabilicen, los que creemos en Dios nunca estaremos irreversiblemente perdidos ni indefensos: «Cuando el hombre cayere, […] el Señor sostiene su mano» (37:24). Por eso, afirmó: «a Dios clamaré; y el Señor me salvará» (55:16).

Catorce años después, seguimos cuidando a mi papá en casa. Los años me han enseñado que, cuando echamos nuestras preocupaciones sobre el Señor, Él nos sustenta (v. 22).

Reflexiona y ora

¿Cómo te recuerda Dios que no te dejará caído? ¿Cómo puedes confiarle tus problemas?

Dios, gracias por ayudarme a atravesar cada día.

Miércoles 30 de julio

Un amigo a medianoche

Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos… (v. 15).


La escritura de hoy: Juan 15:9-17 Sheridan Voysey  escribe:

«¿A quién puedes llamar a medianoche cuando todo anda mal?». Esta pregunta me sacudió cuando la oí por primera vez. ¿Cuántas de mis amistades eran suficientemente fuertes para importunarlas cuando las necesitara? No estaba seguro.

Las Escrituras hablan mucho de las amistades, y describen a un amigo como alguien que guarda los secretos (Proverbios 11:13; 16:28), aconseja (27:9) y respeta los límites (25:17). Pero quizá nadie defina la amistad más intensamente que Jesús. Mientras que, para los anunciantes, somos compradores, y para los empleadores, personal, para Él, el Señor de todo, somos «amigos» (Juan 15:15). Su amistad se basa en el amor de Dios compartido y el sacrificio personal (vv. 13, 15); algo que ejemplificó y nos llamó a imitar (v. 12).

Un par de años después de oír esa pregunta, mi esposa y yo sufrimos una pérdida enorme. Darren, uno de los pocos que sabía lo ocurrido, viajó dos horas para verme, escuchar mi enojo y dolor, y orar por mí. Darren es un hombre ocupado que tiene muchas cosas para hacer cada día. Pero siguió el ejemplo de Jesús de una amistad sacrificial. Realmente tenía a alguien para mi momento de necesidad.

La pregunta es si otros tienen en mí «un amigo a medianoche». Hay pocas maneras mejores de hacer amigos que ser uno.

Reflexiona y ora

¿A quién puedes llamar a medianoche cuando todo ha salido mal? ¿Por qué es importante estar disponibles para otros cuando tienen necesidades?

Jesús, ayúdame a brindar a otros la clase de amor que demostraste.

Jueves 31 de julio

Parecerse a Cristo

… vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne (Romanos 13:14).


La escritura de hoy: Mateo 5:1-10 Arthur Jackson  escribe:

Como un niño de las décadas de 1950 y 1960, crecí en una época en la que el «pasatiempo estadounidense» era el béisbol. No podía esperar para ir al parque a jugar; y una de mis mayores emociones fue cuando recibí la camiseta de béisbol con el nombre de nuestro equipo: ¡GIANTS! Aunque el número 9 en mi espalda me distinguía de los demás, el uniforme nos identificaba como miembros del mismo equipo.

En Mateo 5:3-10, conocido como las Bienaventuranzas, Jesús identifica a los que pertenecen al reino de los cielos como los que «llevan la camiseta» de la semejanza a Cristo. El reino está compuesto por los que adoptan la postura y el carácter de su rey. Según Jesús, los «bienaventurados» no se caracterizan por la apariencia exterior, las riquezas ni las posesiones. En cambio, es el interior, o el corazón, lo que cuenta. «Bienaventurados los pobres en espíritu» (v. 3): los humildes, los que tienen necesidades espirituales y lo saben. «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia» (v. 6): aquellos cuyas almas anhelan agradar y honrar a Dios. «Bienaventurados los pacificadores» (v. 9): los que se unen a Jesús para procurar la armonía.

Con la ayuda del Espíritu, podemos vestirnos a semejanza de Cristo, lo que nos identifica como miembros de su equipo. ¡Qué bienaventurados somos!

Reflexiona y ora

Según las Bienaventuranzas, ¿estás «bien vestido»? ¿Por qué aspecto de la semejanza a Cristo estás orando?

Padre, ayúdame a parecerme a Cristo.

Viernes 1 de agosto

Cuando la vida es injusta

Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad (Mateo 5:5).


La escritura de hoy: Salmo 37:5-17 Tim Gustafson  escribe:

En la novela clásica de Charles Dickens, Oliver Twist, el enfermizo Oliver nace en un hospicio famoso por explotar a los pobres. Huérfano desde su nacimiento, el niño finalmente huye debido al trato abusivo. Tras una asombrosa serie de «giros», descubre que es heredero de una considerable fortuna. Dickens, a quien le encantaban los finales felices, se aseguró de que todos los que habían dañado a Oliver fueran juzgados o se arrepintieran. Sus opresores obtuvieron lo que merecían mientras que él heredó la tierra. Si tan solo la vida tuviera finales buenos como los de una novela de Dickens.

En la Biblia, leemos una canción escrita por un hombre que anticipaba un día así, cuando se hará justicia y los oprimidos «heredarán la tierra» (Salmo 37:9). Aunque experimentó personalmente la maldad, el poeta David instó a tener paciencia: «No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades» (v. 7). Y agregó: «Porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en el Señor, ellos heredarán la tierra» (v. 9). David confiaba en que Dios enmendaría las cosas (v. 15).

La vida es dura y a menudo injusta. Pero las palabras de Jesús evocan el Salmo 37: «Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad» (Mateo 5:5).

Reflexiona y ora

¿Cuándo te trataron mal? ¿Cómo confiarás en Dios en las situaciones injustas que enfrentes?

Dios, dame paciencia para esperar que repares las cosas.

Sábado 2 de agosto

La familia de Dios

… somos hijos de Dios (v. 16).


La escritura de hoy: Romanos 8:9-17 Kenneth Petersen  escribe:

Era el año 1863. Edwin estaba en una plataforma de ferrocarril en Jersey City y observó cómo la multitud empujaba a un joven contra un vagón. El hombre cayó peligrosamente en el espacio entre el tren y la plataforma. Cuando el tren empezó a moverse, Edwin se agachó y, justo a tiempo, salvó al hombre.

Ese hombre era Robert Todd Lincoln, hijo del presidente Abraham Lincoln. Al tiempo, Robert escribió: «El rostro de mi rescatador me era bien conocido»; Edwin Booth era un actor famoso. De hecho, era hermano de otro actor, John Wilkes Booth, quien dos años después asesinó al presidente.

Esta curiosidad histórica nos ilustra una realidad. No elegimos la familia en la que nacemos. Quizá nuestros hermanos o padres tomaron decisiones equivocadas. Tal vez nosotros somos los que hemos complicado todo. Pero la Biblia relata el plan de la familia de Dios: «todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios» (Romanos 8:14). Al ser sus hijos, somos sus «herederos» (v. 17). Asombrosamente, se nos invita a llamarlo: «¡Abba, Padre!» (v. 15).

Tal vez estemos luchando con las disfunciones de nuestra familia terrenal, pero podemos consolarnos en que Dios ha cambiado nuestra herencia espiritual. Nos adoptó en su familia, y lo más precioso es que nos invita a llamarlo Padre.

Reflexiona y ora

¿Qué significa para ti ser parte de la familia de Dios? ¿Cómo te impulsa a vivir de forma diferente?

Abba Padre, gracias por adoptarme.

Domingo 3 de agosto

Paz al soltar

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (v. 7).


La escritura de hoy: Filipenses 4:4-11 Xochitl Dixon  escribe:

Kayla frunció el ceño mientras metía otro papel en una caja abarrotada que tenía una etiqueta que decía: «Entrégaselo a Dios». Suspirando profundamente, revisó las oraciones que ya había colocado en la caja. «Las leo en voz alta casi todos los días —le dijo a su amiga—. ¿Cómo puedo estar segura de que Dios me escucha?». Chantel le dio su Biblia y dijo: «Confiando en que Dios cumple su palabra y dejando las cosas en sus manos cada vez que escribes o lees una oración que le has hecho».

El apóstol Pablo instó a los creyentes a regocijarse en el Señor y les dio una buena razón al afirmar que «el Señor está cerca» (Filipenses 4:4-5). Los alentó a intercambiar ansiedades por oraciones llenas de fe, a creer que Él recibe cada petición y a alabarlo mientras descansan en la paz insondable de su presencia constante (vv. 6-7).

El Príncipe de Paz, Jesús, guarda nuestro bienestar mental y emocional cuando pensamos en sus atributos, en aquello que es «verdadero», «justo», «puro» y «digno de alabanza» (v. 8). La paz de Dios nos protege cuando confiamos en que el Dios de paz está con nosotros. Liberados de la carga de nuestras preocupaciones, podemos experimentar paz al dejar cada plegaria en las manos del Dios confiable.

Reflexiona y ora

¿Cómo ha usado Dios las Escrituras para ayudarte a confiar en que oye tus plegarias? ¿A qué preocupaciones te has aferrado en lugar de soltarlas en oración?

Dios, gracias por ser mi paz cada vez que te entrego mis preocupaciones.